Nos empeñamos en domesticar ciertas plantas, aún sabiendo la dificultad de algunas de sobrevivir confinadas en macetas y en condiciones ambientales que no son las óptimas para su desarrollo.

No hay plantas fáciles o difíciles. Si no plantas más o menos “desubicadas”.
Y cuando paseas por el campo y ves toda la flora que espontáneamente resurge cada primavera a pesar de no recibir mimos de nadie… se abre la puerta a una reflexión.
Si nos gustan las plantas y las adoptamos en nuestros hogares, tenemos que esforzarnos en conocerlas y aprender sus “exigencias”.
Algo tan sencillo como:
La intensidad de luz que necesitan.
Los rangos de temperaturas que les son favorables.
Los nutrientes favoritos de cada una de ellas.
La eficiencia hídrica de cada y por lo tanto sus necesidades de riego.
La capacidad de aireación de los suelos donde habitan.
Su resistencia a plagas y enfermedades.
La capacidad de establecer relaciones simbióticas en su rizosfera.
Sus ritmos de crecimiento y descanso.
Y… no digo nada más, porque si no, si que te acabarán quitando el sueño el cultivo de plantas…
Y ellas no han venido a nuestras casas para quitarnos el sueño. Si no para disfrutar de ellas y darnos paz y bienestar en nuestros hogares.
Así que, sea cuál sea tu experiencia como plantlover, disfruta de cada momento que pases con ellas, obsérvalas y rodéate de las que “funcionen” mejor en tus propias condiciones ambientales.
Y si no… siempre te quedará disfrutarlas en el campo, en la montaña o al pie del mar.
¿Sabías que en nuestro planeta existen casi 390.000 especies vegetales?
Seguro que alguna de ellas será tu crush
Fuente: Mercedes Garcia